LAS IDEAS DE OSVALDO SUNKEL

 

El objetivo de este comentario es interpretar las contribuciones que efectuó Osvaldo Sunkel al pensamiento estructuralista y neoestructuralista respecto de las ideas de dependencia y heterogeneidad estructural. Si mi interpretación es correcta, la tesis central de su visión del desarrollo, profundizada por el propio Sunkel en su famoso texto de 1970 elaborado en colaboración con Pedro Paz, es que, desde la Revolución Industrial Británica, la expansión del poder productivo del capitalismo es el fundamento sobre el cual reposan las dinámicas tanto del sistema centro-periferia como del sistema dominación-dependencia que es una proyección del otro.

La expansión del poder productivo de una sociedad es condición necesaria, aunque no suficiente para avanzar en el proceso de desarrollo económico, y, a escala internacional representa el punto de partida de una cadena causal de poderes detentada por los centros hegemónicos, la que incluye el poder de mercado, el poder militar y los mecanismos de la información, la comunicación y el conocimiento sobre los que ha reposado el poder cultural e ideológico de dichos centros.

Si tomamos como hilo conductor de este comentario a la noción de poder, desde una perspectiva histórico estructural que el propio Sunkel profundizó, la Revolución Industrial Británica de fines del siglo XVIII, generó los cimientos del poder productivo sobre los que se construyó la hegemonía de los centros capitalistas desde hace dos siglos y medio a esta parte.

Los países centrales del capitalismo, Gran Bretaña durante el siglo XIX, Estados Unidos durante el siglo XX, y probablemente China en lo que reste del presente siglo generaron un proceso causal que, partiendo del poder productivo, se proyectó a los poderes de mercado, a los poderes militares, normativos y culturales de dichos centros.

La gestación de un salto sin precedentes en el poder productivo con base en la racionalidad instrumental del capitalismo, en el control de las ciencias físicas y en la utilización pragmática del cambio técnico fue la plataforma inicial en que se asentaron las victorias hegemónicas de los grandes centros capitalistas.

Fue el poder productivo de la Revolución Industrial el que convirtió a Gran Bretaña en el centro hegemónico del capitalismo en el siglo XIX, y fue el poder productivo de la Revolución Industrial de los Estados Unidos el que lo convirtió en el centro hegemónico del siglo XX. Por supuesto lo mismo se aplica al poder productivo actual de China que sin aceptar los valores democráticos de las sociedades occidentales supo asimilar los logros del capitalismo occidental.

En los tres casos señalados, de dichos poderes productivos se derivaron el poder de mercado y el poder militar, que caracterizaron la condición dominante de esos grandes centros. En este siglo XXI la irrupción de las tecnologías de la información, de la comunicación y del conocimiento (TIC) está definiendo las formas a través de las cuales el cambio técnico también se expande al campo de las ideas hasta culminar en el creciente control de los algoritmos que alimentan la inteligencia artificial.

Dicho todo esto podemos desembocar en las contribuciones de Osvaldo Sunkel recurriendo a dos nociones que son significativas tanto en el enfoque estructuralista como en el neoestructuralista me refiero a la heterogeneidad estructural de las sociedades latinoamericanas y, de manera más general, a la dependencia de las naciones periféricas respecto de las naciones centrales. En ambos casos, de lo que estamos hablando en última instancia es de las nociones de poder y de dominación en sentido amplio, pero partiendo de las formas específicas del poder productivo que se despliega en cada caso.

Hoy más que nunca se ponen de relieve esos vínculos conceptuales a la luz del surgimiento y sólida instalación de las corporaciones transnacionales a las que en la década del 70 Osvaldo Sunkel denominó contras o conglomerados transnacionales. Hasta aquí estamos hablando de los mecanismos de dominación de las economías centrales, pero el poder productivo también es el factor causal fundamental de las dinámicas de la heterogeneidad estructural en las economías latinoamericanas.

De nuevo si sólo adoptamos una concepción puramente economicista y/o empiricista de la heterogeneidad estructural, hablaremos de los estratos moderno intermedio y primitivo definidos meramente como mediciones ex post del producto medio por trabajador.

Pero si exploramos el potencial productivo vigente en nuestras sociedades son, sin duda los conglomerados transnacionales, los que articulan, estructuran y dominan todos los restantes estratos de la heterogeneidad estructural en el ámbito empresarial. En resumen, tanto hoy como hace medio siglo (cuando Aníbal Pinto primero, y Osvaldo Sunkel después, definían y caracterizaban los rasgos dominantes de la heterogeneidad estructural) las corporaciones o conglomerados transnacionales continúan ocupando una posición dominante, porque controlan el poder productivo (volvemos a nuestro concepto clave) del sistema capitalista en la era global.

Por otro lado, respecto de la noción de dependencia, el capitalismo de los centros dominantes sigue fundando sus posiciones hegemónicas presentes y futuras en el poder productivo potencial que va derivando del avance científico y tecnológico. A partir de la presencia de ese poder productivo hegemónico es cómo pueden discernirse todas las otras formas de la dependencia (económica, financiera, cultural, etc.) que los sociólogos latinoamericanos estudiaron durante las décadas los sesenta y setenta.

Uno de los grandes méritos del neo estructuralismo de los años noventa fue precisamente el realzar y subrayar, el rol crucial de la creatividad científica y tecnológica, para avanzar en la transformación productiva con equidad. Pero esa profundización en los temas de la ciencia y la tecnología de esos años desconsideró los temas de la justicia distributiva, que luego fueron intensamente rescatados por CEPAL en el presente siglo con base en la serie de documentos que se iniciaron con “La Hora de la igualdad” (CEPAL 2010).

La medición ex post de los niveles de desigualdad no solo de poderes productivos sino también de ingresos encuentra sus coeficientes más extremos en la contrastación entre los grandes conglomerados transnacionales, por un lado, y las micro empresas de ínfima productividad por el otro.

Al hacer explícita aquí la noción de poder productivo que necesariamente antecede al proceso mismo de la producción (y no se confunde con las medidas estadísticas ex post del producto por trabajador, o de productividad de los factores) no se hace otra cosa que retornar a los orígenes del mensaje estructuralista fundacional ya que dicho poder es la manifestación concreta de la “propagación universal del progreso técnico” a que se refería Prebisch en la primera línea del Estudio Económico de América Latina (CEPAL 1949).  Y es allí donde radica la dinámica ex ante del poder productivo que alimenta el desarrollo.

A escala planetaria el poder productivo de los centros define su hegemonía en el sistema centro-periferia de relaciones internacionales. Al hacer explícitas las nociones de poder y de poder productivo, surge de inmediato la comprobación de que las economías centrales son dominantes porque controlan dicho poder, y las economías periféricas son dependientes porque carecen de dicho control.  En conclusión, a partir de la noción de poder productivo la dupla conceptual: economías dominantes-versus economías dependientes es una proyección natural e inmediata de la dupla conceptual: economías centrales-economías periféricas.

Al respecto decía Osvaldo Sunkel en su trabajo de los años 70 elaborado con la colaboración de Pedro Paz: “(…) este enfoque implica el uso de un método estructural, histórico y totalizante, a través del cual se persigue una reinterpretación del proceso de desarrollo de los países latinoamericanos, partiendo de una caracterización de su estructura productiva, de la estructura social y de poder derivada de aquella”. Es decir, según Sunkel la dinámica de la estructura productiva de los centros genera no sólo “las transformaciones que ocurren en los países centrales” sino también “las vinculaciones entre esos países y los periféricos” (página 40). Estas ideas de Sunkel están en estricta correspondencia con la visión centro-periferia formulada por Raúl Prebisch, pero, además, incluyen de manera explícita y reiterada la noción de poder entendida como poder productivo.

Lo mismo acontece con la noción de heterogeneidad estructural, donde los estratos de alta productividad ex ante, es decir los estratos con alto poder productivo, corresponden a los sectores dominantes de las economías nacionales de las sociedades latinoamericanas.

Osvaldo Sunkel, asociado con Ricardo Infante, elaboró una representación sistémica de la matriz de relaciones inter empresariales que le permitió estimar para la totalidad del sistema económico chileno el peso relativo de los sectores económicos según su tamaño y sus niveles de productividad. Resulta de manera inmediata de esos cálculos lo que era previsible: la posición dominante de los estratos de alta productividad, y la posición dependiente o subordinada de las empresas más pequeñas y de menor productividad. En donde la noción de productividad se entiende como una medida estadística. Desde luego los conglomerados transnacionales dominantes se ubican en el primero de los dos conjuntos señalados.

En la esfera de la circulación las posiciones oligopólicas y monopólicas de las grandes empresas especialmente las que transnacionalizan sus actividades influyen claramente de múltiples maneras sobre la dinámica de los mercados y la formación de los precios relativos.

Pero la interpretación de Sunkel respecto de las posiciones y relaciones de poder que operan en los mercados no se limita unilateralmente a subrayar la influencia de las corporaciones transnacionales. Su interpretación es más rica, amplia y profunda y, así observaba en los años setenta:

“Los diversos grupos de unidades económicas que actúan en el mercado forman numerosas alianzas de diversos tipos representativos de intereses múltiples: regionales, sectoriales, relacionados con la propiedad (nacional o extranjera) o el tamaño (grandes, medianos, pequeños), etcétera. Quienes constituyen tales unidades forman parte de grupos y clases sociales tanto como de una estructura social y establecen alianzas –sindicatos, gremios, asociaciones-  que representan y protegen sus intereses.”

Y continuaba diciendo Sunkel:

“Estas diversas alianzas constituyen bloques de poder que actúan directamente o mediante el sistema político y el Estado para influir en la asignación de recursos, el patrón de consumo, la fijación de precios y salarios, la distribución del crédito, la política fiscal, la extensión y el carácter de la información en general y del conocimiento tecnológico en particular, la concentración de la propiedad de los medios de producción, etcétera”.

Finalmente concluía diciendo:

En algunos casos, estas alianzas de empresas y consumidores, de intereses regionales y sectoriales, de grupos extranjeros y nacionales, de empresarios y trabajadores asalariados, de grupos étnicos dentro de la población, etcétera, negocian acuerdos que les permiten distribuirse entre ellos los mercados, el gasto público, la carga tributaria, el crédito, las divisas, etcétera. En otros casos, cuando hay sectores sin capacidad de negociación, es grande el desequilibrio de poder; tan grande en realidad, que los sectores dominantes simplemente imponen salarios, impuestos, precios, etcétera, a los demás” (Sunkel 1978, 5).

A partir de este tipo de reflexiones, surgen elementos inspiradores para elaborar una teoría del valor y de los precios muy distinta a la que deriva de los modelos neoclásicos que aún dominan el escenario académico occidental.

También las teorías ricardianas y marxistas sobre el valor trabajo, utilizadas para entender la dinámica de los mercados capitalistas amenazan con quedar obsoletas, ahora que la proliferación muy rápida de los algoritmos de la inteligencia artificial, va eliminando la necesidad de trabajo viviente para llevar adelante los procesos productivos.

El proceso de robotización amenaza hoy con agravar los problemas de marginalidad, que ya detectó Sunkel cuando escribió su recordado ensayo: “Desarrollo, subdesarrollo, Dependencia, marginación y desigualdades espaciales: Hacia un enfoque totalizante” vinculado con su caracterización de los conglomerados transnacionales de aquella época.

Como ha dicho reiteradamente el propio Osvaldo (y hoy nos ha recordado Alicia Bárcena) el mundo se enfrenta no meramente con una época de cambios sino con un radical cambio de época.

Presentación efectuada en la sede de CEPAL el 6 de setiembre de 2019, con motivo del homenaje rendido a Osvaldo Sunkel. La presente presentación formó parte de otras intervenciones llevadas a cabo por Ricardo Lagos ex presidente de Chile, Alicia Bárcena Secretaria Ejecutiva de CEPAL, Manuel Antonio Garretón premio nacional de humanidades, José Miguel Ahumada (Instituto de Estudios Internacionales Universidad de Chile), y Miguel Torres Director de la Revisa de CEPAL.